miércoles, 29 de febrero de 2012

Accidentes: el ‘largo’ viaje antes de morir

El corazón de Juana Mamani no resistió más y dejó de latir a las 22.30 del sábado 13 de agosto de 2011, luego de más de cuatro horas de que su cuerpo gravemente herido peregrinara por varios centros médicos. Ese día, el minibús en que viajaba junto a su marido sufrió un accidente.

A Rose Marie Calle, la hija, nadie le saca de la cabeza el que su mamá pudo vivir si hubiera tenido un auxilio inmediato. Eso no ocurrió y ahora la familia no sólo llora la ausencia de la mujer, sino sufre por cómo aquélla padeció antes de morir.

Todo empezó a las 18.45 a metros de la Curva del Diablo, en el carril de bajada de la Autopista que une a las ciudades de El Alto y La Paz. Un par de minibuses había chocado entre sí segundos antes, a lo que se sumó el de Mamani y su esposo.

Tras la triple colisión, los heridos fueron llevados a la clínica La Candelaria, en la zona Chacaltaya de El Alto. Cuando fue subida en la ambulancia, ella tenía la cabeza rota. Mientras se lamentaba por el dolor, la mujer de 72 años preguntó por la salud de su marido. “Él está bien”, mintió su hija para no causarle más dolor y preocupación.

Luego de un chequeo inicial, los médicos pidieron exámenes de urgencia para la paciente. Otra ambulancia trasladó a Mamani rumbo a La Paz, al Servicio de Tomografía Axial Computarizada (Servitac), en la avenida Busch y esquina Haití, en Miraflores. Fue un recorrido de más de 15 kilómetros entre ciudad y ciudad.

Después de las pruebas, inconsciente y tras perder mucha sangre, el cuerpo agonizante de Mamani volvió a La Candelaria. Pero, en el trayecto, los familiares se opusieron a hacer nuevamente la ruta y casi obligaron al chofer a que fuera a un nosocomio más próximo. Habían pasado las 22.00 cuando el vehículo llegó a la clínica Amid, a pocas cuadras de Servitac, donde la mujer murió poco después.

Casos como el de Mamani, auxilio en centros médicos lejanos al accidente y atención poco oportuna, son muy comunes. Roxana Bustillos, directora de la Fundación para la Seguridad y Educación Vial (Sevi) en Bolivia, dice que la demora en el salvataje oportuno a los heridos es la mayor causa de fallecimientos luego de los accidentes en carretera. “Mucha gente no muere tras el choque; si no porque no es atendida de forma rápida”.

“Los heridos son llevados a centros de salud más lejanos y ni siquiera los atienden de una forma adecuada”, complementa la profesional.Jhonny Martínez relata un caso de éstos. Dice que un minibús impactó en el cuerpo de su esposa y la arrojó unos diez metros. Fue poco después de las 09.00 del 6 de junio de 2010. La mujer cayó al suelo y la gente se arremolinó a su alrededor. La siguiente secuencia fueron bocinazos, ruido y movimientos frenéticos cerca de la tranca de Senkata, en El Alto.

“A eso de las 09.30, mi esposa ya estaba en la clínica Santísima Trinidad, pero no tenían nada para hacer los tratamientos. A las 11.00 la llevamos al Hospital Holandés, volvimos al Santísima Trinidad y ahí no le podían poner tubos para respirar. Otra vez la sacaron y la llevaron a la Clínica Corazón de Jesús”.

Entre idas y venidas por salvarla pasaron tres horas, y la vida de Ninoska se encontraba en riesgo.La Clínica Corazón de Jesús es de “resolución final para atender a los pacientes” que no reciben atención médica en otros nosocomios de El Alto, dice Rosario Campero, la directora del centro médico.

En su despacho de Río Seco, explica lo que sucede en estos casos. “Llevan a los heridos a otras clínicas y allí no pueden hacer nada; entonces los traen acá porque ellos (los otros centros) no tienen terapia intensiva, tomografía, resonancia magnética... los traen de forma muy urgente y ya para entonces la situación de los pacientes está muy complicada”.

Dice que más de un paciente murió en este peregrinaje.Según el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT), una persona atropellada debería ser trasladada a un centro de salud cercano. En el caso de la esposa de Martínez, el sitio del choque fue cerca de la Clínica Corazón de Jesús, pero fue llevada al Santísima Trinidad.

La ayuda a los heridos de una colisión está normada desde que los postulantes a policías pasan clases en la Academia Nacional de Policías. Gari Miguel Castillo, que trabajó en Radio Patrullas 110, comenta que es obligación de los policías preservar la integridad física de las personas. “La intervención policial se da mediante un protocolo que es la acción directa para la atención de víctimas y se protege la vida”, explica.

Sin embargo, el oficial, que trabaja en el Viceministerio de Seguridad Ciudadana, cuenta que algunas clínicas prefieren velar por su economía antes que por la salud. “A mí me han rechazado heridos o me han pedido garantías”.ATENCIÓN.Pero en su oficina cerca de la plaza Murillo, Luis Larrea, director del Colegio Médico Departamental, niega que haya nosocomios en la ciudad de La Paz que pidan garantías, aunque relata que escuchó de irregularidades en El Alto. “Es más, algunas clínicas no están acreditadas para recibir a los accidentados, pero igual lo hacen. Además no tienen unidades de terapia intensiva”.

Algo así le sucedió a Germán Viraca Chambi, mecánico que trabaja en El Alto. Cuenta que el jueves 1 de diciembre de 2011, tuvo la desgracia de atropellar a una niña de siete años en el Puente Bolivia. “Ella y una cholita cruzaban la calle, esquivaron a otro auto y se entregaron al mío”.

“Al policía de Tránsito le dije que quería llevar a la niña al Hospital Corazón de Jesús y él me respondió que no. Yo estaba atontado y se la han llevado al Santísima Trinidad”.

En este recinto solicitaron tomografías, pero el lugar carece de este servicio.Viraca pidió el traslado a otro nosocomio y rechazaron su solicitud. Al final, tuvo que internar a la menor en el Hospital Corazón de Jesús, donde le hicieron a la niña tomografías y, pese a que él estaba asegurado con el SOAT, tuvo que cancelar el servicio con dinero que sacó de su bolsillo.

Las historias con saldos fatales se cuentan por cientos. Según el Viceministerio de Seguridad Ciudadana, en 2011 hubo 1.335 fallecidos; pero no hay un detalle numérico de las víctimas que deambularon de un nosocomio a otro.

Las estadísticas reseñan que las muertes por los accidentes viales aumentaron el año pasado. Según Sevi, tres personas al día pierden la vida por esta causa.

El jefe de la División Accidentes de Tránsito, Victorino Tórrez, dice que “tras una colisión vehicular se traslada a la víctima al centro médico hospitalario o a una clínica cualquiera que esté más próxima; no importa a qué hospital llegar, sino lo que interesa es la proximidad y la prontitud para salvar vidas”.

La autoridad afirma que en sus más de 25 años de experiencia no supo de denuncias sobre líos en el traslado de afectados. “Siempre se ha tratado de socorrer al centro más cercano”. Dice que preferiría recibir denuncias con nombre y apellido para hablar al respecto.

En la clínica Santísima Trinidad niegan que haya existido algún problema relacionado con la atención del SOAT. El médico Miguel Angel Copa informa que la mayor parte de sus pacientes son accidentados. “Entre octubre y ahora (diciembre), recibimos por lo menos unos 180 casos”.

Afirma que nunca hubo ningún lío referido al traspaso de víctimas porque —dice— cuando el nosocomio no puede resolver algún caso, deriva al paciente sin mayor problema.

La clínica La Candelaria de El Alto también es señalada por su trato inadecuado a los enfermos. Los familiares de Juana Mamani dicen que allí no hay condiciones necesarias para dar atención médica. El director de este centro, Jorge Agudo, asegura también que no tuvo problemas de atención a los accidentados con SOAT. “Sólo que el trámite (de traslado) es burocrático y eso a veces ocasiona dificultades”.

Dice que tampoco se opone a mandar enfermos a otros centros y que, al contrario, interpone sus oficios para los traslados siempre y cuando su institución sea rebasada en las condiciones médicas.

Resignada, la familia de Juana Mamani todavía lamenta que la vida de su ser querido pudo haber sido salvada.

En El Alto no hay hospitales capacitados

El año 2010, un reconocido médico de la ciudad de La Paz recibió una mala noticia: su papá sufrió un accidente automovilístico. El galeno subió a su vehículo, pisó el acelerador a fondo y llegó pronto a la clínica en El Alto, donde estaba herido su padre.

“Allí no tenían nada para atender de urgencias a un herido. El residente que estaba era un alumno mío que no sabía qué hacer”, explica el profesional que prefiere mantener en reserva su identidad. Asegura que él le salvó la vida a su padre y tuvo que cambiarlo de centro médico.

Luis Larrea, presidente del Colegio Médico, comenta que “hay clínicas en El Alto que no deberían funcionar porque no tienen infraestructura ni equipamiento adecuado. Compran servicios y eso no es lo ideal en estos casos debido a la urgencia que hay. Al asegurado del SOAT hay que darle todas las condiciones de atención”.

Según datos del Ministerio de Salud, en la ciudad de El Alto no hay ningún hospital de tercer nivel que cuente con los servicios de terapia intensiva y especialidades para atender de urgencia a los accidentados.

Este tipo de auxilio es una preocupación para el Colegio Médico. Este 2012 se realizará un curso de urgencias y se va a acreditar a los paramédicos que deberían atender los casos críticos.

Larrea indica que lo ideal sería habilitar una línea 911 para dar servicio a los heridos en las rutas. “Necesitamos que apenas se sepa del hecho vaya una ambulancia a dar atención y que tenga personal acreditado para realizar este trabajo”.

A diferencia de lo que sucede en la actualidad, continúa Larrea, la ambulancia debería tener un monitor cardiaco, defibrilador (aparato electrónico portátil para diagnósticos cardiorrespiratorios ) y oxígeno, entre otros elementos.

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